Foto tomada por Ivette Marie Serrano
Mercedes López-Baralt
Prof. Leonardo Gamallo Sotolongo, q.e.p.d.
Recinto de Aguadilla
Esta futurista sala del recién inaugurado edificio de informática y telecomunicaciones del Recinto de Aguadilla de la Universidad Interamericana de Puerto Rico dan una calurosa bienvenida a dos humanistas: a la doctora María Teresa Bertelloni y a la doctora Mercedes López-Baralt. Es para mí una circunstancia feliz que este edificio, emblema del auge de la cibernética y los mundos virtuales en la pedagogía de un Puerto Rico postmoderno se estrene con una actividad patrocinada por la Facultad de Humanidades.
Prof. Leonardo Gamallo Sotolongo, q.e.p.d.
Recinto de Aguadilla
Esta futurista sala del recién inaugurado edificio de informática y telecomunicaciones del Recinto de Aguadilla de la Universidad Interamericana de Puerto Rico dan una calurosa bienvenida a dos humanistas: a la doctora María Teresa Bertelloni y a la doctora Mercedes López-Baralt. Es para mí una circunstancia feliz que este edificio, emblema del auge de la cibernética y los mundos virtuales en la pedagogía de un Puerto Rico postmoderno se estrene con una actividad patrocinada por la Facultad de Humanidades.
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Creo que es pertinente que empiece diciendo que Mercedes López-Baralt forma parte también de la galería de mis profesores transfigurados en figura mítica y que gracias a estas actividades he podido rendirle mi pequeño homenaje de alumno agradecido.
Creo que es pertinente que empiece diciendo que Mercedes López-Baralt forma parte también de la galería de mis profesores transfigurados en figura mítica y que gracias a estas actividades he podido rendirle mi pequeño homenaje de alumno agradecido.
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Echo una mirada nostálgica hacia la mítica década del setenta. Me veo sentado en uno de los auditorios de la vetusta Facultad de Humanidades. Allí en una sección consolidada del curso introductorio a la literatura hispanoamericana conocí a esta sabia puertorriqueña a quien damos hoy la más cordial bienvenida. Entonces, recién iniciaba ella una prolífica trayectoria magisterial poniendo a nuestro alcance, mediante sus atinados y sensatos juicios de hermeneusis literaria, poetas y novelistas contemporáneos.
Echo una mirada nostálgica hacia la mítica década del setenta. Me veo sentado en uno de los auditorios de la vetusta Facultad de Humanidades. Allí en una sección consolidada del curso introductorio a la literatura hispanoamericana conocí a esta sabia puertorriqueña a quien damos hoy la más cordial bienvenida. Entonces, recién iniciaba ella una prolífica trayectoria magisterial poniendo a nuestro alcance, mediante sus atinados y sensatos juicios de hermeneusis literaria, poetas y novelistas contemporáneos.
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Para entonces, había leído yo unos cuantos novelistas del famoso Boom de la novela latinoamericana. De más está decirles que joven e indocumentado se me escapaba ese plano subyacente, ese lado oculto y camuflado del texto, la lectura metafórica. Me había quedado en la lectura cero bartheana, necesitaba que se me iluminara. Necesitaba alguien que me diera las claves para la lectura profunda y que no me quedara en lo superficial anecdótico. Mercedes se convertía en nuestro gurú y taladraba la corteza de la frontera entre el plano patente y el plano subyacente con su método muy sui generis, nada de marcos formalistas, mostrencos y abstrusos que construyen paralelo al texto objeto, una superestructura tan torcida y algebraica que hay veces que oscurecen más el texto comentado. Mercedes procedía con sabia intuición, sin alejarse del texto nunca, navegaba en las aguas procelosas del plano subyacente con un método que hoy llamamos comentario de texto. Con verdadero tino escogía aquellos fragmentos significativos dentro de la armazón de la estructura del texto y primero los leía con modulada entonación, luego los explicaba con sencillez. Así, no sólo novelistas, sino poetas nada “light” como el mexicano Octavio Paz revelaban la esencia que oculta el ornamento retórico.
Para entonces, había leído yo unos cuantos novelistas del famoso Boom de la novela latinoamericana. De más está decirles que joven e indocumentado se me escapaba ese plano subyacente, ese lado oculto y camuflado del texto, la lectura metafórica. Me había quedado en la lectura cero bartheana, necesitaba que se me iluminara. Necesitaba alguien que me diera las claves para la lectura profunda y que no me quedara en lo superficial anecdótico. Mercedes se convertía en nuestro gurú y taladraba la corteza de la frontera entre el plano patente y el plano subyacente con su método muy sui generis, nada de marcos formalistas, mostrencos y abstrusos que construyen paralelo al texto objeto, una superestructura tan torcida y algebraica que hay veces que oscurecen más el texto comentado. Mercedes procedía con sabia intuición, sin alejarse del texto nunca, navegaba en las aguas procelosas del plano subyacente con un método que hoy llamamos comentario de texto. Con verdadero tino escogía aquellos fragmentos significativos dentro de la armazón de la estructura del texto y primero los leía con modulada entonación, luego los explicaba con sencillez. Así, no sólo novelistas, sino poetas nada “light” como el mexicano Octavio Paz revelaban la esencia que oculta el ornamento retórico.
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Pero siguiendo la tradición del patriarca de la familia, la estudiosa se nos iría a Cornell a doctorarse. Allí estudiaría bajo el magisterio de John Murra antropología cultural y andando el tiempo se convertiría en una indigenista de fama internacional. Apasionada por la semiótica de la imagen, Mercedes López-Baralt ha ido transformándose en iconógrafa del mundo andino. Ha sido reconocida por especialistas en foros internacionales como prestigiosa indigenista. Ha estudiado con sagacidad a Guamán Poma de Ayala donde el icono contiene cifrado toda la índole violenta del conquistador. El escritor y dibujante adopta los códigos culturales de Occidente para luego subvertirlos.
Pero siguiendo la tradición del patriarca de la familia, la estudiosa se nos iría a Cornell a doctorarse. Allí estudiaría bajo el magisterio de John Murra antropología cultural y andando el tiempo se convertiría en una indigenista de fama internacional. Apasionada por la semiótica de la imagen, Mercedes López-Baralt ha ido transformándose en iconógrafa del mundo andino. Ha sido reconocida por especialistas en foros internacionales como prestigiosa indigenista. Ha estudiado con sagacidad a Guamán Poma de Ayala donde el icono contiene cifrado toda la índole violenta del conquistador. El escritor y dibujante adopta los códigos culturales de Occidente para luego subvertirlos.
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Para ilustrarles la gama variopinta de su quehacer hermenéutico dos ejemplos son suficientes: Primero, su interés por la gestación de una novela que siempre he sentido fascinación por ella, estoy refiriéndome a Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós. Le confieso a la Doctora que uno de los libros que haya derivado más fruición y deleite en su lectura ha sido su junguiana, freudiana, bajtiniana Gestación de Fortunata y Jacinta. Segundo, su monumental edición y fijación de todo el corpus poético de Palés Matos
Para ilustrarles la gama variopinta de su quehacer hermenéutico dos ejemplos son suficientes: Primero, su interés por la gestación de una novela que siempre he sentido fascinación por ella, estoy refiriéndome a Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós. Le confieso a la Doctora que uno de los libros que haya derivado más fruición y deleite en su lectura ha sido su junguiana, freudiana, bajtiniana Gestación de Fortunata y Jacinta. Segundo, su monumental edición y fijación de todo el corpus poético de Palés Matos
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Los estudios antropológicos, la semiótica, el mito, la literatura desfilan por cientos de artículos, libros conferencias con temas tan variados que la llevan a convertirse en la polígrafa cuyo ritmo de trabajo sólo comparable a su hermana Luce le ha merecido el honor que recién la eligieran HUMANISTA DEL AÑO por la Fundación para las Humanidades.
Los estudios antropológicos, la semiótica, el mito, la literatura desfilan por cientos de artículos, libros conferencias con temas tan variados que la llevan a convertirse en la polígrafa cuyo ritmo de trabajo sólo comparable a su hermana Luce le ha merecido el honor que recién la eligieran HUMANISTA DEL AÑO por la Fundación para las Humanidades.
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