22 de mayo de 2008

Toledo en mí


Foto tomada por José Y. Vargas Llavona
Toledo en mí
José Y. Vargas Llavona
Desde la Fundación José Ortega y Gasset
Toledo, España
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La historia reafirma que la unión de nuestras culturas es producto de una mezcla de seres antiguos de los cuales hemos heredado varios componentes como: creencias, palabras, ideologías, pensamientos y un sin número de habilidades que influyen dentro de cada uno de nosotros. Es sabido que los puertorriqueños somos una fusión de tres culturas: la africana, española y taína, no obstante, poseemos elementos culturales de los pueblos integrados a las culturas mencionadas.
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El primer asentamiento fijo que se conoce en la ciudad de Toledo es una serie de castros. Sobre ellos se levantó la ciudad celtibérica, término por el que se hace referencia a las tribus celtas de la Península Ibérica. Los romanos consideraron la mezcla de celtas e iberos, como la más importante fusión racial que le dio nombre a la conocida Península Ibérica. Los romanos también reconstruyeron y la denominaron Toletum. En la ciudad se desarrolló una importante industria del hierro en la que se acuñaban monedas. La zona donde se asentaba la ciudad sufrió un profundo proceso de romanización, como atestiguan los numerosos restos de villas romanas, especialmente en la ribera del Tajo. Ciertamente, los romanos dejaron numerosos vestigios en la faz toledana.
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En el año 711 fue conquistada por Tarik y sometida al dominio musulmán, denominada como Tulaytulah. Luego, el 25 de mayo de 1085, Alfonso VI de León y Castilla, entra en Toledo mediante un acuerdo previo con el Taifa que la gobernaba. Mediante el acuerdo de capitulación el rey castellano y leonés, creó una admitía que garantizaba la seguridad de las personas y sus bienes. De esta forma, Toledo se convirtió en un importante centro con liturgia propia (la hispano-mozárabe), creando uno de los asentamientos culturales más importantes del siglo, respaldado por Alfonso X, El Sabio.
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Tras la conquista de los Reyes Católicos y la expulsión de los morros y judíos, se trasladó la Corte a Madrid y la ciudad de Toledo perdió su brillo cultural, político y social. Más adelante, ya para el 1748, la constitución de la Real Compañía de Comercio y Fábricas, en el marco de renovaciones Borbónicas e inspiradas por la Ilustración, trajo un breve resurgir de la ciudad. Sin embargo, a mediados del siglo XVIII estaba nuevamente arruinada, y reducida a funciones meramente administrativas.
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Al estallar la Guerra Civil la ciudad quedó en la zona de la República. En el Alcázar se refugió un grupo de sublevados al mando del Coronel Moscardo, que resistió desde el 21 de julio hasta la llegada de las tropas del General Valera el 28 de septiembre de 1936. Este episodio de resonancia mundial, fue ampliamente utilizado por la propaganda franquista.
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Toledo fue electa capital de la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha en 1981. No hay duda que Toledo es patrimonio de la humanidad, un lugar idóneo para alimentar los intereses culturales, sociales y religiosos, por eso hoy es visitada por miles de personas al año desde diferentes partes del mundo.

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